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No seas el invitado “shitty” de la boda.


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Claves para ser el invitado que todos quieren tener (y no del que se quejan al día siguiente).


Después de más de 15 años en la industria de las bodas, he visto de todo. He visto momentos que te sacan una lagrimita (sí, tengo corazón de pollo) y otros que te hacen pensar: "¿de verdad está pasando esto?".


Seamos honestos, nadie se levanta en la mañana pensando: “hoy seré un invitado terrible”. Todos vamos a una boda con la mejor intención: celebrar el amor, comer rico, bailar hasta que duelan los pies y, quizás, encontrar el amor (o al menos un buen prospecto).

Pero a veces, con la emoción, se nos olvidan algunas reglas no escritas. Así que, como su wedding planner de confianza, he creado este manual práctico y directo para asegurar que seas recordado por tus increíbles pasos de baile y no por un drama innecesario.


1. La Invitación: Es Contrato Sagrado

La invitación es el primer capítulo de la boda. Léela. Con atención. Dos veces.

  • Si dice "No Niños": Significa… ¡no niños! Los novios quieren darte una noche libre para que te diviertas como adulto. Aprovéchala. No preguntes si tu sobrino que “no da lata” puede ser la excepción. La respuesta sigue siendo no.

  • Si no hay un "+1": Por favor, no “intensees”. Una boda no son los XVs de Ruby. Cada lugar en esa celebración fue pensado con amor y, seamos sinceros, con un presupuesto. La inversión por invitado puede ir desde los $1,000 hasta los $5,000 pesos o más. Si no te dieron un "+1", no es personal; es logística y presupuesto. Agradece tu lugar y no pongas a los novios en una situación incómoda.


2. Tu RSVP es un Compromiso (Casi) Financiero


Entendemos que la vida pasa y pueden surgir emergencias. Pero cancelar uno o dos días antes después de haber confirmado es un golpe bajo. Cuando confirmas, los novios invierten ese dinero en tu lugar, tu cena y tu silla. Si cancelas a última hora, es dinero que ellos ya pagaron y que, literalmente, se va a la basura. Por favor, si confirmaste, haz todo lo posible por asistir. Tu presencia es el mejor regalo, y tu ausencia de último minuto… bueno, es un costo que nadie quiere asumir.


3. El Día de la Boda: Tu Rol es Disfrutar, no "Supervisar"


El día de la boda, la pareja está en una burbuja de emociones. Tu única misión es proteger esa burbuja. No seas la persona que le manda mensajes a la novia para generar estrés. Aquí una lista de “Frases Prohibidas” para el gran día:


  • "Oye, como que la maquillista va súper lenta, ¿sí vas a estar a tiempo?"

  • "¿No sientes que te quedó raro el peinado?"

  • "Ya fui a ver el montaje y se ven bien desorganizados."

  • "El novio no ha llegado… ¿no será que se arrepintió?"


Créeme, en lugar de "ayudar", estos comentarios son bombas de estrés. Si quieres apoyar, regala una sonrisa, un cumplido sincero y encárgate de que la copa de los novios siempre esté llena.


4. El Misterio del Seating Chart (y por qué debes respetarlo)

Detrás de ese papelito con tu nombre en la mesa hay semanas de estrategia, negociación y un posible dolor de cabeza para los novios. Balancear familias, amigos del trabajo y los de la fiesta no es tarea fácil.

Aunque no te haya tocado con tu grupo favorito, respeta el lugar que te asignaron. Es solo para la cena. Después, la pista es de todos y podrás socializar con quien quieras. No te cambies de mesa ni hagas un drama. Confía en el proceso.


5. Conoce tus Límites (y los de la Barra Libre)


La barra libre es una invitación a celebrar, no un reto personal. Todos amamos la fiesta, pero nadie quiere al invitado que, después de unos tragos, se transforma. Ya sabes de quién hablo: el que se pone intenso, busca pleito hasta con la mosca que vuela, o decide que es el momento perfecto para dar un discurso improvisado y vergonzoso.

No seas esa persona. Mide tus copas, intercala con agua y recuerda que el objetivo es crear recuerdos memorables, no escenas que todos preferirían olvidar. La cruda moral dura más que la de alcohol.


6. Confía en los Profesionales (¡Especialmente en la Wedding Planner!)

Si ves a una persona con un walkie-talkie y una cara de concentración absoluta, ¡déjala trabajar! Esa es la wedding planner y su equipo (el "PAWER" team, como le llamamos nosotros). Somos "control freaks" por naturaleza, y es por el bien de todos.

Estamos ahí para resolver cualquier imprevisto, desde un botón caído hasta coordinar a decenas de proveedores a la vez. Si tienes un problema (se te cayó una copa, no encuentras el baño), busca a alguien del equipo de coordinación. No vayas con la mamá de la novia o, peor aún, ¡con la novia! Estamos ahí para que la pareja y sus familias solo se dediquen a disfrutar.

Al final, ser un buen invitado es simple: se trata de recordar que este día no es sobre ti. Es sobre celebrar el amor de dos personas que te quieren tanto que decidieron compartir su felicidad contigo. Y créeme, tu buena energía es el mejor regalo que les puedes dar.

P.D. Para los Profesionales de la Industria... Si leíste este post y en cada punto asentías con la cabeza, no como invitado, sino como el wedding planner, fotógrafo o florista que está detrás del telón manejando estas situaciones, entonces esta nota es para ti.

Crear una experiencia perfecta, como la que describo, requiere más que talento; requiere un negocio a prueba de balas para poder anticipar y resolver el caos. Si estás cansado de lidiar con imprevistos y listo para construir una marca que atraiga solo a clientes (e invitados) de ensueño te invitamos a nuestro nuevo programa de mentorias personalizadas MASTERMIND, haz click aqui y anotate a nuestra lista de espera.

 
 
 
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