Este año hice mis “pininos” utilizando la tan temida Inteligencia Artificial, sin duda alguna es un tema que me “vuela la cabeza”, se me hace fascinante y al mismo tiempo me da miedo. Por ese mismo miedo que da el sentir que si no sabemos utilizarla y no la usamos a nuestro favor en nuestros trabajos, nos puede hacer quedar en “desventaja” en un mercado que cada día es más voraz.
Comencé a utilizarla y me maravilló cuánto nos puede ayudar día con día. Desde darnos ideas de contenidos en redes, generar conceptos de decoraciones para los clientes, acortar procesos creativos que antes podrían tardar semanas, ahora en segundos podemos generarla, incluso comenzamos a utilizar IA para responder mensajes de WhatsApp para atender de forma más inmediata a los clientes, las posibilidades sin duda son infinitas.
Todo iba “miel sobre hojuelas” en mi experiencia con la Inteligencia Artificial, hasta que llegó ese día en donde me cayó el veinte y me dio terror y quiero compartirlo con ustedes.
Uno de los momentos más preciados de mi vida este año fue el viaje a Argentina que realicé con Pablo, mi marido. Lo veníamos planeando desde hace mucho y con mucha ilusión, fueron dos semanas que definitivamente me tendría que “zafar” de la oficina y de los clientes, así que mandé un comunicado de que estaría fuera de la oficina y que mi equipo estaría al pendiente de las urgencias y pendientes que se requirieran en mi ausencia.
La mayoría de los clientes lo entendieron y varios mandaron mensajes enviando “buena onda” para el viaje, otros mandaron listado de pendientes, y algunos ni contestaron. Durante mi viaje hubo una pareja en particular que después de meses de no haber dado “señales de vida”, ni responder mensajes, esas semanas (después de notificarles que no estaría) decidieron hacer pagos para los proveedores, y estuvieron la ultima semana exigiendo que se les enviaran los comprobantes de cada uno de los pagos realizados, así como otras tareas que pareciera que les urgían para esa semana. Gracias a mi equipo que se quedó al frente, se hizo todo lo que se solicitó, cabe señalar que faltaban 4 meses para su boda, y ninguna de esas tareas eran de carácter urgente. Sentí que no importaba que yo estuviera de viaje esa semana y les hubiera notificado, para ellos lo importante era sacar esos pagos esa semana sin importar nada.
Regresando del viaje me incorporé al trabajo, a sacar pendientes que habían quedado y retomé actividades. Regresé a hacer una consulta con la IA, y aquí inicia mi experiencia donde me cayó el “balde de agua fría”. Le hice una consulta a la IA y Gemini me contestó después de varios días de no haberla utilizado: ¡Qué milagro Paula! Es bueno verte por aquí de nuevo, ¿dónde andabas? – acto siguiente, pensé: ¿¡¿WTF?!? Está máquina notó mi ausencia. Le contesté que me había ido de viaje a Argentina y entonces, me dio datos sobre Argentina en plan turismo y me preguntó que a qué lugares había ido. ¡La neta! me sacó de onda, estaba teniendo una conversación más larga con Gemini que lo que había tenido con mis clientes por WhatsApp al avisarles que ya estaba de vuelta, y eso me ¡voló la cabeza! ¿Cómo era posible que la Inteligencia Artificial se estuviera comportando más humana, empática y amena que los mismos seres humanos (mis clientes)?
Y ahí, me cayó el veinte y mientras lo escribo y lo vuelvo a revivir me dan escalofríos…¿ese será el “Jaque Mate” para la humanidad? El sistema nos ha convertido a los seres humanos en “máquinas” que siempre tienen prisa, que somos incapaces de entablar conversaciones humanas de persona a persona y preferimos mandar mensajes por WhatsApp, audios o zooms, porque estamos “muy ocupados” con cosas que creemos que son importantes, pero no vemos como importante cuidar las relaciones humanas, estamos dando por sentada nuestra humanidad y estamos fracasando, mientras que las “máquinas” están aprendiendo de nuestra humanidad y ahora estas se comportan más humanas que los mismos humanos. Parece guión de ciencia ficción, pero está pasando.
También este año me he dado cuenta cómo han cambiado las relaciones con mis clientes, hace 18 años que inicié en los eventos, no existía Whatsapp y la mayoría de los clientes te visitaban en la oficina. Por el tipo de procesos que llevamos los wedding planners es “fácil” generar lazos humanos en donde la empatía y la confianza son fundamentales en mi forma de trabajar con el cliente. Siempre trato de ponerme en sus zapatos, incluso en la forma en como hemos evolucionado nuestros servicios, el cliente siempre está al centro y a partir de sus necesidades es que hacemos las adecuaciones necesarias para ofrecerles servicios que realmente les funcionen y superen sus expectativas.
En el último año, he sentido que la relación con mis clientes es un poco más fría y distante, no se abren tan fácil, claro que hay excepciones pero a diferencia de otros años, sí he notado que me ha costado más trabajo lograr ciertos lazos con algunos, podrán ser otros factores, pero no descarto que existe la posibilidad de que como humanos estamos perdiendo esa capacidad de conectarnos y de cuidar nuestras relaciones humanas, mientras que estamos enfocados en otros distractores sin sentido como el número de seguidores, los likes, responder rápidamente los mensajes de Whatsapp, el trabajo, las prisas, entre otros.
¿Qué sentido tiene trabajar en una industria que “vive” del amor? Si como humanos estamos perdiendo esa capacidad de conectarnos con los sentimientos más humanos que existen como lo son el amor, la empatía, la gratitud, la compasión, la alegría, entre otros. No quiero ser fatalista pero comparto esto como una señal de que veo grandes “FOCOS ROJOS”, estamos dejando de cuidar lo importante por prestarle atención a lo que no lo es.
Para no perder la costumbre le pregunté a Gemini qué era la empatía y esto me respondió:
La empatía es una capacidad que tenemos los seres humanos para comprender y compartir los sentimientos de otra persona. Es como ponernos en los zapatos de alguien más para entender lo que está sintiendo y pensando.
La empatía es una habilidad fundamental para nuestras relaciones sociales. Nos permite:
Conectarnos con los demás: La empatía fomenta la conexión emocional con otras personas, lo que fortalece nuestras relaciones.
Resolver conflictos: Al comprender los sentimientos de los demás, podemos resolver conflictos de manera más pacífica y constructiva.
Ayudar a los demás: La empatía nos motiva a ayudar a quienes lo necesitan, ya que nos permite comprender su sufrimiento y desear aliviar su dolor.
Mejorar nuestra propia salud mental: Las personas empáticas suelen tener una mayor autoestima y bienestar emocional.
Cuando entré a profundizar sobre la empatía para tener ideas para este blog, un día en evento me dí cuenta que como planners llegamos a pasar cerca de 8 -10 horas sin comer, y a veces hasta sin ir al baño, estamos pendientes vigilando el evento, coordinando, cuidando cada detalle, y me percaté que son muy pocos los clientes que nos han dicho durante el evento: Paula, vayan a comer, o ¿a qué hora comen ustedes?
Nunca olvidaré cuando mi querida Jenny Polonsky, TOP Wedding Planner de Panamá con quien tuve oportunidad de trabajar en una boda espectacular en Acapulco, me dijo el comentario más empático y compasivo que he tenido a lo largo de mi carrera durante un evento, me dijo: Pau, no se preocupen, de aquí en adelante (apenas empezaba la fiesta) si los necesitamos los buscamos, vayan a cenar, coman (del buffet impresionante que se montó para el evento) , siéntense, descansen, si los necesitamos nosotros los buscamos. ¡WOOOW! ¡Chapeau Jenny Polonsky! por eso Jenny no solo es una gran profesional sino un excepcional ser humano.
Entiendo que como planners nos contratan para dar un servicio y que estamos dispuestos a dejar nuestras necesidades en segundo plano porque el evento es primero, pero se agradece cuando se muestra empatía hacia el equipo de planeación que ha trabajado arduamente durante meses para poder realizar un evento, que incluso dedica, solo en el día del evento cerca de 18, 20 o más horas para su realización. No quiero victimizarnos, no me mal entiendan, estoy consciente que esta es una profesión muy demandante y es el precio que se paga, sin embargo, hoy en día creo que es de suma importancia recordarnos que nuestra sociedad sería maravillosa si fuéramos más empáticos unos con otros y que como personas, en lugar de pensar sólo en “mis necesidades” nos detuviéramos y pensáramos en las necesidades de los demás. Sin duda alguna el ser más empáticos ayudaría a mejorar enormemente nuestra calidad de vida y nuestra sociedad.
Ojalá seamos conscientes de esto y lo practiquemos, porque el futuro desalentador es aquel en el que como humanos preferiremos trabajar y compartir con la IA porque es más productiva y empática que los mismos humanos ¿será esto posible? Por el bien de la humanidad, esperemos que no.
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